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Vida y poesía de Miguel Hernández

    Cuando el alma escribe contra el hambre y la guerra

    Imagina que estás pasando por unos verdes prados y a lo lejos vez a un niño pastor en un campo abrasado por el sol de Orihuela, persiguiendo cabras mientras en su mente brotan versos como manantiales secretos. No hay aulas de mármol ni maestros ilustres: solo la naturaleza, los libros prestados y un hambre insaciable por entender el mundo a través de la poesía.

    Así creció Miguel Hernández, el poeta que, como un rayo, partió en dos la literatura española del siglo XX.

    Su vida fue como una batalla entre la luz y la oscuridad, entre la esperanza y el dolor.

    Nació en 1910, en una familia humilde, y desde niño conoció la dureza del trabajo y la pobreza. Pero su alma era un caballo desbocado, imposible de domar por las circunstancias.

    Vida y poesía de Miguel Hernández

    ¿Qué impulsa a alguien a escribir contra viento y marea, aunque el mundo le cierre las puertas?

    ¿Qué fuerza secreta convierte el sufrimiento en belleza?

    Miguel se formó como pudo: leyendo bajo los almendros, escribiendo entre los establos. Y pronto, su talento empezó a florecer como un árbol salvaje en medio de la sequía.

    Publicó obras fundamentales, como:

    • Perito en lunas (1933), su primer libro, lleno de metáforas deslumbrantes y juegos de imágenes.
    • El rayo que no cesa (1936), una obra desgarradora sobre el amor y el dolor, donde cada poema late como una herida abierta.
    • Viento del pueblo (1937), escrito durante la Guerra Civil, donde su voz se convierte en un grito colectivo, en el puño cerrado de quienes luchaban por sobrevivir.
    • El hombre acecha (1939), que muestra su visión más sombría de la guerra y de la brutalidad humana.
    • Cancionero y romancero de ausencias (publicado póstumamente en 1958), donde el dolor de la cárcel, la pérdida y la muerte se transforman en versos estremecedores.

    Es como si Miguel hubiera destilado su vida en palabras: cada poema, un trozo de su sangre; cada libro, un mapa de su alma rota.

    Entre sus poemas más inolvidables tenemos:

    • «Nanas de la cebolla«, escrito desde la prisión tras recibir una carta de su esposa donde le contaba que ella y su hijo solo tenían cebollas para comer. Un poema que es como una cuna y una lágrima a la vez.Inmortalizado en una canción homónima de Joan Manuel Serrat.
    • «Elegía a Ramón Sijé«, dedicada a su gran amigo muerto, donde cada verso es un grito desesperado contra la injusticia de la muerte.
    • «El niño yuntero«, donde la inocencia del niño campesino se cruza brutalmente con la explotación.
    • «Aceituneros«, que canta la dignidad de los trabajadores del campo.
    • «Vientos del pueblo me llevan«, donde su poesía se alza como una bandera indomable en medio de la tormenta.
    Vida y poesía de Miguel Hernández

    ¿Te has detenido alguna vez a pensar cómo un ser humano puede conservar la ternura en medio del dolor más insoportable?
    ¿Cómo se puede seguir cantando cuando el mundo se derrumba?

    La historia de Miguel Hernández es como la de una flor que crece en un terreno quemado: frágil pero tenaz, efímera pero eterna.

    Murió en 1942, en una prisión franquista, enfermo de tuberculosis, a los 31 años.
    Su cuerpo quedó atrás, pero su voz, su furia, su ternura, siguen cabalgando los vientos del pueblo.

    Miguel Hernández no solo escribió poesía: sembró esperanza en la tierra más estéril. Y cada vez que alguien abre uno de sus libros, esa semilla vuelve a germinar.

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