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El Elfo travieso – Un cuento Navideño

    Los elfos trabajaban entusiasmados en el taller de Papá Noel, preparando los regalos con esmero para alegrar a los niños en Navidad.

    Entre ellos estaba Morwen, un elfo joven y rebelde que siempre cuestionaba las tradiciones navideñas y anhelaba hacer las cosas a su manera.

    Cansado de seguir las mismas rutinas año tras año, Morwen sentía que sus ideas no eran escuchadas por Papá Noel. Siempre le reclamaba:

    —¿Por qué los mismos regalos? ¿Por qué no sorprendemos a los niños con algo diferente?

    Como nadie le prestaba atención, decidió hacer algo atrevido: cambiar la lista de regalos de Papá Noel.

    Con sigilo, entró en la oficina donde Santa guardaba la lista oficial, y empezó a cambiar los regalos. A los niños que habían pedido patines les asignó libros de poesía. A quienes deseaban muñecas, les puso juegos de construcción, y así sucesivamente.

    —Esto hará la Navidad más interesante—, pensó, sin medir las consecuencias.

    La Nochebuena llegó, y Papá Noel, sin sospechar nada, partió en su trineo a repartir los regalos.

    Morwen, al día siguiente, despertó ansioso de ver las reacciones de los niños con sus regalos, así que se acercó al espejo mágico que mostraba el mundo y vio cómo los niños abrían sus regalos con confusión y desilusión.

    lgunos lloraban, otros se enfadaban, y las sonrisas navideñas se desvanecieron en el aire.

    El corazón de Morwen se encogió. No era eso lo que deseaba. Pensaba que los niños apreciarían la sorpresa, pero, en cambio, les había robado su alegría.

    Comprendió que su acto egoísta había tenido un impacto negativo. Con lágrimas en los ojos, buscó a Papá Noel para confesar lo que había hecho.

    Encontró a Santa en el establo, preparando a los renos para descansar.

    —Santa, tengo que decirte algo — dijo Morwen con voz temblorosa.

    —Fui yo quien cambió la lista de regalos. Creí que sería emocionante, pero me equivoqué. Lo siento mucho.

    Papá Noel lo miró con tristeza.

    —Morwen, aprecio tu sinceridad. Todos cometemos errores, pero lo importante es aprender de ellos. Debes comprender que la Navidad no se trata de sorprender por sorprender, sino de llevar alegría y cumplir los sueños de los niños—.

    —¿Hay algo que pueda hacer para arreglarlo?— preguntó Morwen con tristeza.

    —Siempre hay una forma de hacer las cosas bien — respondió Santa, —pero necesitaremos trabajar juntos y con rapidez—.

    Sin perder tiempo, movilizaron a todos los elfos y trabajaron sin descanso para preparar los regalos correctos.

    A pesar de que la Navidad ya había pasado, decidieron que nunca es tarde para llevar felicidad. Cargaron el trineo y, esta vez, Santa acompañó a Morwen en el viaje.

    Repartieron los regalos, dejando una nota de disculpa por el error. Los niños, al leer la nota, perdonaron a Morwen y recibieron sus regalos con renovada alegría. La felicidad volvió a llenar los hogares.

    Al regresar al Polo Norte, Morwen se sentía agotado, pero aliviado. Había aprendido una valiosa lección sobre la responsabilidad y el impacto de sus acciones.

    Papá Noel lo felicitó por su esfuerzo y le dijo:

    —Morwen, tu creatividad es un don, pero úsala para hacer el bien. Quiero que trabajes junto a mi para mejorar cada Navidad.

    Desde entonces, Morwen se convirtió en un elfo dedicado y creativo, aportando ideas que enriquecían la celebración sin perjudicar a nadie. Comprendió que el verdadero espíritu navideño reside en pensar en los demás y compartir felicidad.

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