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Portada » Poemas de amor para enamorar: 20 poemas que conquistan el corazón

Poemas de amor para enamorar: 20 poemas que conquistan el corazón

    Descubre los mejores poemas de amor para enamorar, escritos por grandes poetas. Frases románticas, versos cortos y poesía profunda para conquistar con palabras.

    Enamorar con poemas:

    Enamorar con palabras es un arte… y la poesía es su idioma más hermoso. Si estás buscando poemas de amor para enamorar, llegaste al lugar correcto.

    Aquí encontrarás versos cortos, románticos y profundamente emocionales que te ayudarán a expresar lo que muchas veces el corazón no sabe decir.

    Desde clásicos de Neruda hasta joyas breves de Benedetti, estos poemas son ideales para dedicar, compartir en mensajes, escribir en cartas o simplemente leer en voz alta al oído de quien amas.


    ¿Listo para enamorar con poesía?

    🌹 Poemas de amor para enamorar (los mejores 20)

    Aquí tienes una selección de poemas cortos, intensos y memorables para que el amor florezca verso a verso.

    1. Amor eterno – Gustavo Adolfo Bécquer

    Podrá nublarse el sol eternamente;
    Podrá secarse en un instante el mar;
    Podrá romperse el eje de la tierra como un débil cristal.
    ¡Todo sucederá! Podrá la muerte
    cubrirme con su fúnebre crespón;
    Pero jamás en mí podrá apagarse
    la llama de tu amor.

    2. Corazón Coraza – Mario Benedetti

    Porque te tengo y no
    porque te pienso
    porque la noche está de ojos abiertos
    porque la noche pasa y digo amor
    porque has venido a recoger tu imagen
    y eres mejor que todas tus imágenes
    porque eres linda desde el pie hasta el alma
    porque eres buena desde el alma a mí
    porque te escondes dulce en el orgullo
    pequeña y dulce
    corazón coraza

    porque eres mía
    porque no eres mía
    porque te miro y muero
    y peor que muero
    si no te miro amor
    si no te miro

    porque tú siempre existes dondequiera
    pero existes mejor donde te quiero
    porque tu boca es sangre
    y tienes frío
    tengo que amarte amor
    tengo que amarte
    aunque esta herida duela como dos
    aunque te busque y no te encuentre
    y aunque
    la noche pase y yo te tenga
    y no.

    3. Poema XX – Pablo Neruda

    Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

    Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,

    y tiritan, azules, los astros, a lo lejos».

    El viento de la noche gira en el cielo y canta.

    Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

    Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

    En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.

    La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

    Ella me quiso, a veces yo también la quería.

    Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

    Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

    Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

    Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.

    Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

    Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.

    La noche está estrellada y ella no está conmigo.

    Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos

    Mi alma no se contenta con haberla perdido.

    Como para acercarla mi mirada la busca.

    Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

    La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.

    Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

    Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.

    Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

    De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.

    Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

    Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.

    Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

    Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,

    mi alma no se contenta con haberla perdido.

    Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,

    y estos sean los últimos versos que yo le escribo.

    4. Contigo – Luis Cernuda

    ¿Mi tierra?
    Mi tierra eres tú.
    ¿Mi gente?
    Mi gente eres tú.
    El destierro y la muerte
    para mí están adonde
    no estés tú.
    ¿Y mi vida?
    Dime, mi vida,
    ¿qué es, si no eres tú?

    5. Táctica y estrategia – Mario Benedetti

    Mi táctica es
    mirarte
    aprender como sos
    quererte como sos

    mi táctica es
    hablarte
    y escucharte
    construir con palabras
    un puente indestructible

    mi táctica es
    quedarme en tu recuerdo
    no sé cómo ni sé
    con qué pretexto
    pero quedarme en vos

    mi táctica es
    ser franco
    y saber que sos franca
    y que no nos vendamos
    simulacros
    para que entre los dos
    no haya telón
    ni abismos

    mi estrategia es
    en cambio
    más profunda y más
    simple

    mi estrategia es
    que un día cualquiera
    no sé cómo ni sé
    con qué pretexto
    por fin me necesites.

    6. Los amorosos — Jaime Sabines

    Los amorosos callan.
    El amor es el silencio más fino,
    el más tembloroso, el más insoportable.
    Los amorosos buscan,
    los amorosos son los que abandonan,
    son los que cambian, los que olvidan.
    Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
    no encuentran, buscan.

    Los amorosos andan como locos
    porque están solos, solos, solos,
    entregándose, dándose a cada rato,
    llorando porque no salvan al amor.
    Les preocupa el amor. Los amorosos
    viven al día, no pueden hacer más, no saben.
    Siempre se están yendo,
    siempre, hacia alguna parte.
    Esperan,
    no esperan nada, pero esperan.

    Saben que nunca han de encontrar.
    El amor es la prórroga perpetua,
    siempre el paso siguiente, el otro, el otro.
    Los amorosos son los insaciables,
    los que siempre —¡qué bueno!— han de estar solos.

    Los amorosos son la hidra del cuento.
    Tienen serpientes en lugar de brazos.
    Las venas del cuello se les hinchan también
    como serpientes para asfixiar.

    Los amorosos no pueden dormir
    porque si se duermen se los comen los gusanos.
    En la oscuridad abren los ojos
    y les cae en ellos el espanto.

    Encuentran alacranes bajo la sábana
    y su cama flota como sobre un lago.

    Los amorosos son locos, sólo locos,
    sin Dios y sin diablo.

    Los amorosos salen de sus cuevas
    temblorosos, hambrientos,
    a cazar fantasmas.
    Se ríen de las gentes que lo saben todo,
    de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
    de las que creen en el amor como una lámpara de inagotable aceite.

    Los amorosos juegan a coger el agua,
    a tatuar el humo, a no irse.

    Juegan el largo, el triste juego del amor.

    Nadie ha de resignarse.
    Dicen que nadie ha de resignarse.

    Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.
    Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
    la muerte les fermenta detrás de los ojos,
    y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
    en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.

    Les llega a veces un olor a tierra recién nacida,
    a mujeres que duermen con la mano en el sexo,
    complacidas,
    a arroyos de agua tierna y a cocinas.

    Los amorosos se ponen a cantar entre labios
    una canción no aprendida,
    y se van llorando, llorando
    la hermosa vida.

    7. Dame la mano – Gabriela Mistral

    Dame la mano y danzaremos;
    dame la mano y me amarás.
    Como una sola flor seremos,
    como una flor, y nada más…

    El mismo verso cantaremos,
    al mismo paso bailarás.
    Como una espiga ondularemos,
    como una espiga, y nada más.

    Te llamas Rosa y yo Esperanza;
    pero tu nombre olvidarás,
    porque seremos una danza
    en la colina y nada más…

    8. Te amo por ceja – Julio Cortázar

    Te amo por ceja, por cabello, te debato en corredores
    blanquísimos donde se juegan las fuentes de la luz,
    te discuto a cada nombre, te arranco con delicadeza de cicatriz,
    voy poniéndote en el pelo cenizas de relámpago y cintas
    que dormían en la lluvia.

    No quiero que tengas una forma, que seas precisamente
    lo que viene detrás de tu mano,
    porque el agua, considera el agua,
    y los leones cuando se disuelven en el azúcar de la fábula,
    y los gestos, esa arquitectura de la nada,
    encendiendo sus lámparas a mitad del encuentro.
    Todo mañana es la pizarra donde te invento y te dibujo,
    pronto a borrarte, así no eres,
    ni tampoco con ese pelo lacio, esa sonrisa.
    Busco tu suma, el borde de la copa donde el vino
    es también la luna y el espejo,
    busco esa línea que hace temblar a un hombre
    en una galería de museo.
    Además, te quiero, y hace tiempo y frío.

    9. Bendito sea el año – Petrarca

    Bendito sea el año, el punto, el día,
    la estación, el lugar, el mes, la hora
    y el país, en el cual su encantadora
    mirada encadenóse al alma mía.

    Bendita la dulcísima porfía
    de entregarme a ese amor que en mi alma mora,
    y el arco y las saetas, de que ahora
    las llagas siento abiertas todavía.

    Benditas las palabras con que canto
    el nombre de mi amada; y mi tormento,
    mis ansias, mis suspiros, y mi llanto.

    Y benditos mis versos y mi arte
    pues la ensalzan, y, en fin, mi pensamiento,
    puesto que ella tan solo lo comparte.»

    10. Consejos – Antonio Machado

    Este amor que quiere ser
    acaso pronto será;
    pero ¿cuándo ha de volver
    lo que acaba de pasar?
    Hoy dista mucho de ayer.
    ¡Ayer es Nunca jamás!

    II

    Moneda que está en la mano
    quizá se deba guardar:
    la monedita del alma
    se pierde si no se da.

    11. Todas las cartas de amor son ridículas – Fernando Pessoa

    Todas las cartas de amor son
    ridículas.
    No serían cartas de amor si no fuesen
    ridículas.

    También escribí en mi tiempo cartas de amor,
    como las demás,
    ridículas.

    Las cartas de amor, si hay amor,
    tienen que ser
    ridículas.

    Pero, al fin y al cabo,
    sólo las criaturas que nunca escribieron cartas de amor
    sí que son
    ridículas.

    Quién me diera el tiempo en que escribía
    sin darme cuenta
    cartas de amor
    ridículas.

    La verdad es que hoy mis recuerdos
    de esas cartas de amor
    sí que son
    ridículos.

    (Todas las palabras esdrújulas,
    como los sentimientos esdrújulos,
    son naturalmente
    ridículas).

    12. Ayer te besé en los labios – Pedro Salinas

    Ayer te besé en los labios.
    Te besé en los labios. Densos,
    rojos. Fue un beso tan corto,
    que duró más que un relámpago,
    que un milagro, más. El tiempo
    después de dártelo
    no lo quise para nada ya,
    para nada
    lo había querido antes.
    Se empezó, se acabó en él.
    Hoy estoy besando un beso;
    estoy solo con mis labios.
    Los pongo
    no en tu boca, no, ya no…
    -¿Adónde se me ha escapado?-.
    Los pongo
    en el beso que te di
    ayer, en las bocas juntas
    del beso que se besaron.
    Y dura este beso más
    que el silencio, que la luz.
    Porque ya no es una carne
    ni una boca lo que beso,
    que se escapa, que me huye.
    No.
    Te estoy besando más lejos.

    13.De qué callada manera – Nicolás Guillén

    ¡De qué callada manera
    se me adentra usted sonriendo,
    como si fuera la primavera !
    ¡Yo, muriendo!

    Y de qué modo sutil
    me derramo en la camisa
    todas las flores de abril
    ¿Quién le dijo que yo era
    risa siempre, nunca llanto,
    como si fuera
    la primavera?
    ¡No soy tanto!

    En cambio, ¡Qué espiritual
    que usted me brinde una rosa
    de su rosal principal!
    De que callada manera
    se me adentra usted sonriendo,
    como si fuera la primavera
    ¡Yo, muriendo!

    14. Te quiero – Mario Benedetti

    Tus manos son mi caricia
    mis acordes cotidianos
    te quiero porque tus manos
    trabajan por la justicia

    si te quiero es porque sos
    mi amor mi cómplice y todo
    y en la calle codo a codo
    somos mucho más que dos

    tus ojos son mi conjuro
    contra la mala jornada
    te quiero por tu mirada
    que mira y siembra futuro

    tu boca que es tuya y mía
    tu boca no se equivoca
    te quiero porque tu boca
    sabe gritar rebeldía

    si te quiero es porque sos
    mi amor mi cómplice y todo
    y en la calle codo a codo
    somos mucho más que dos

    y por tu rostro sincero
    y tu paso vagabundo
    y tu llanto por el mundo
    porque sos pueblo te quiero

    y porque amor no es aureola
    ni cándida moraleja
    y porque somos pareja
    que sabe que no está sola

    te quiero en mi paraíso
    es decir que en mi país
    la gente viva feliz
    aunque no tenga permiso

    si te quiero es porque sos
    mi amor mi cómplice y todo
    y en la calle codo a codo
    somos mucho más que dos.

    15. Hagamos un trato – Mario Benedetti

    Compañera
    usted sabe
    puede contar
    conmigo
    no hasta dos
    o hasta diez
    sino contar
    conmigo

    si alguna vez
    advierte
    que la miro a los ojos
    y una veta de amor
    reconoce en los míos
    no alerte sus fusiles
    ni piense qué delirio
    a pesar de la veta
    o tal vez porque existe
    usted puede contar
    conmigo

    si otras veces
    me encuentra
    huraño sin motivo
    no piense qué flojera
    igual puede contar
    conmigo

    pero hagamos un trato
    yo quisiera contar
    con usted

    es tan lindo
    saber que usted existe
    uno se siente vivo
    y cuando digo esto
    quiero decir contar
    aunque sea hasta dos
    aunque sea hasta cinco
    no ya para que acuda
    presurosa en mi auxilio
    sino para saber
    a ciencia cierta
    que usted sabe que puede
    contar conmigo.

    16. Si me quieres, quiéreme entera – Dulce María Loynaz

    Si me quieres, quiéreme entera,
    no por zonas de luz o sombra…
    Si me quieres, quiéreme negra
    y blanca, Y gris, verde, y rubia,
    y morena…
    Quiéreme día,
    quiéreme noche…
    ¡Y madrugada en la ventana abierta!…

    Si me quieres, no me recortes:
    ¡Quiéreme toda… O no me quieras

    17. Dos cuerpos – Octavio Paz

    Dos cuerpos frente a frente
    son a veces dos olas
    y la noche es océano.

    Dos cuerpos frente a frente
    son a veces dos piedras
    y la noche desierto.

    Dos cuerpos frente a frente
    son a veces raíces
    en la noche enlazadas.

    Dos cuerpos frente a frente
    son a veces navajas
    y la noche relámpago.

    Dos cuerpos frente a frente
    son dos astros que caen
    en un cielo vacío.

    18. Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos – Miguel Hernández

    Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos,
    que son dos hormigueros solitarios,
    y son mis manos sin las tuyas varios
    intratables espinos a manojos…

    No me encuentro los labios sin tus rojos,
    que me llenan de dulces campanarios,
    sin ti mis pensamientos son calvarios
    criando nardos y agostando hinojos.

    No sé qué es de mi oreja sin tu acento,
    ni hacia qué polo yerro sin tu estrella,
    y mi voz sin tu trato se afemina.

    Los olores persigo de tu viento
    y la olvidada imagen de tu huella,
    que en ti principia, amor, y en mí termina.

    19. Volverán las oscuras golondrinas – Gustavo Adolfo Bécquer

    Volverán las oscuras golondrinas
    en tu balcón sus nidos a colgar,
    y otra vez con el ala a sus cristales,
    jugando llamarán;

    pero aquellas que el vuelo refrenaban
    tu hermosura y mi dicha al contemplar;
    aquellas que aprendieron nuestros nombres,
    esas… ¡no volverán!

    Volverán las tupidas madreselvas
    de tu jardín las tapias a escalar,
    y otra vez a la tarde, aun mas hermosas,
    sus flores abrirán;

    Pero aquellas cuajadas de rocío,
    cuyas gotas mirábamos temblar
    y caer, como lágrimas del día…
    esas… ¡no volverán!

    Volverán del amor en tus oídos
    las palabras ardientes a sonar;
    tu corazón, de su profundo sueño
    tal vez despertará;

    pero mudo y absorto y de rodillas
    como se adora a Dios ante su altar,
    como yo te he querido… desengáñate,
    ¡así no te querrán!

    20. Carta a una desconocida – Nicanor Parra

    Cuando pasen los años, cuando pasen
    Los años y el aire haya cavado un foso
    Entre tu alma y la mía; cuando pasen los años
    Y yo solo sea un hombre que amó, un ser que se detuvo
    Un instante frente a tus labios,
    Un pobre hombre cansado de andar por los jardines,
    ¿Dónde estarás tú? ¡Dónde
    estarás, oh hija de mis besos!

    Poema Bonus:

    Te quiero, de Paul Éluard

    Te quiero por todas las mujeres que no conocí
    Te quiero por todos los tiempos que no viví
    Por el olor de alta mar
    Por el olor del pan caliente
    Por el animal puro que no le teme al hombre
    Te quiero por querer
    Te quiero por todas las mujeres que no quiero

    Quién me refleja sino tú misma me veo tan poco
    Sin ti no veo más que una extensión desierta
    Entre antes y hoy
    Hubo esas muertes que yo salté sobre paja
    No pude atravesar el muro de mi espejo
    Me hizo falta aprender de la vida
    Palabra por palabra como se olvida

    Te quiero por tu serenidad que no es la mía
    Por la salud
    Te quiero contra todo lo que es solo ilusión
    Para este corazón inmortal que no tengo
    Crees ser la duda solo eres la razón
    Eres ese gran sol que se me sube a la cabeza
    Cuando estoy seguro de mí.

    Los poemas de amor para enamorar son un puente directo al alma. Con tan solo unos versos, puedes despertar sonrisas, lágrimas, recuerdos y esperanzas.
    La poesía es, y será siempre, una forma sublime de decir “te amo”.

    No dejes pasar la oportunidad de expresar lo que sientes.
    📌 Dedica un poema… y deja que las palabras hagan su magia.

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