Neruda, con sus versos llenos de pasión, amor y melancolía, ha dejado una huella imborrable en la poesía universal. Aquí te presento algunos de sus poemas más icónicos, acompañados de una breve explicación y el poema completo para que disfrutes de su grandeza:
Contenido:
12. Poema 15: Me gustas cuando callas:
Uno de los poemas más queridos de Neruda, donde el silencio de la persona amada se convierte en una expresión de amor. Este poema habla de la conexión profunda que no necesita palabras, solo presencia. Los versos están llenos de ternura y admiración por la esencia de la otra persona.
Poema 15: Me gustas cuando callas
Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.
Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.
Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.
Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa basta.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.
11. Tu risa:
Este poema es un canto a la alegría y a la vida. Neruda celebra la risa de la persona amada como un refugio frente a la oscuridad y las adversidades. Cada verso está lleno de admiración y gratitud por el amor que transforma la vida del poeta.
Tu risa
Quítame el pan, si quieres,
quítame el aire, pero
no me quites tu risa.
No me quites la rosa,
la lanza que desgranaste,
el agua que de pronto
estalla en tu alegría,
la repentina ola
de plata que nacen en ti.
Mi lucha es dura y vuelvo
con los ojos cansados
a veces de haber visto
la tierra que no cambia,
pero al entrar tu risa
sube al cielo buscándome
y abre para mí todas
las puertas de la vida.
Amor mío, en la hora
más oscura desgrana
tu risa, y si de pronto
ves que mi sangre mancha
las piedras de la calle,
ríe, porque tu risa
será para mis manos
como una espada fresca.
Junto al mar en otoño,
tu risa debe alzar
su cascada de espuma,
y en primavera, amor,
quiero tu risa como
la flor que yo esperaba,
la flor azul, la rosa
de mi patria sonora.
Ríete de la noche,
del día, de la luna,
ríete de las calles
torcidas de la isla,
ríete de este torpe
muchacho que te quiere,
pero cuando yo abro
los ojos y los cierro,
cuando mis pasos van,
cuando vuelven mis pasos,
niégame el pan, el aire,
la luz, la primavera,
pero tu risa nunca
porque me moriría.
10. Puedo escribir los versos más tristes esta noche:
Uno de los poemas más icónicos de Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Aquí, Neruda plasma el dolor de un amor perdido con una sensibilidad única. Cada verso refleja la lucha entre el recuerdo y el olvido, el amor y el desamor, mientras el poeta enfrenta la soledad y la melancolía.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.»
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como esta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como esta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque este sea el último dolor que ella me causa,
y estos sean los últimos versos que yo le escribo.
9. Para que tú me oigas:
En este poema, Neruda captura la esencia del amor no solo como un sentimiento, sino como una necesidad de ser escuchado y comprendido. Los versos son una súplica para que el amor sea correspondido en su totalidad. Con un tono íntimo y melancólico, el poema toca las fibras más profundas del corazón.
Para que tú me oigas
Para que tú me oigas
mis palabras
se adelgazan a veces
como las huellas de las gaviotas en las playas.
Collar, cascabel ebrio
para tus manos suaves como las uvas.
Y las miro lejanas mis palabras.
Más que mías son tuyas.
Van trepando en mi viejo dolor como las yedras.
Ellas trepan así por las paredes húmedas.
Eres tú la culpable de este juego sangriento.
Ellas están huyendo de mi guarida oscura.
Todo lo llenas tú, todo lo llenas.
Antes que tú poblaran la soledad que ocupas,
y están acostumbradas más que tú a mi tristeza.
Ahora quiero que digan lo que quiero decirte
para que tú las oigas como quiero que me oigas.
El viento de la angustia aún las suele arrastrar.
Huracanes de sueños aún a veces las tumban.
Escuchas otras voces en mi voz dolorida.
Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas.
Ámame, compañera. No me abandones. Sígueme.
Sígueme, compañera, en esa ola de angustia.
Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras.
Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas.
Voy haciendo de todas un collar infinito
para tus blancas manos, suaves como las uvas.
8. Amor:
Este poema es una declaración apasionada y exaltada sobre el amor. Neruda describe el amor como una fuerza universal que impregna todo en la vida, desde los momentos más simples hasta los más grandiosos. El poema es un tributo a la intensidad del amor y su capacidad para transformar al ser humano.
Amor
Mujer, yo hubiera sido tu hijo,
por beberte la leche de los senos
como de un manantial,
por mirarte y sentirte a mi lado y tenerte
en la risa de oro y la voz de cristal.
Por sentirte en mis venas como Dios en los ríos
y adorarte en los tristes huesos de polvo y cal,
porque tu ser pasara sin pena al lado mío
y saliera en la estrofa -limpio de todo mal-.
¡Cómo sabría amarte, mujer, cómo sabría
amarte, amarte como nadie supo jamás!
Morir y todavía
amarte más.
Y todavía
amarte más
y más.
7. Oda a la alegría:
En esta oda, Neruda celebra la alegría como una fuerza esencial en la vida. El poema es una exaltación de las pequeñas cosas que traen felicidad y un recordatorio de la importancia de valorar cada instante. Con su lenguaje vibrante, Neruda transforma lo cotidiano en una experiencia sublime.
Oda a la alegría
Alegría,
espuma,
fuego,
huracán,
rocío,
silencio,
cintura de la luz,
tarde de los sentidos.
Alegría,
te acercaste
volando,
te detuviste
sobre la sangre,
coronaste
los pétalos de la tierra,
acariciaste
mi corazón que ardía.
Alegría:
despertamos,
abandonamos
la piedra,
los tamarindos,
las raíces,
el hilo de la luna,
la túnica amarilla
del azafrán marino.
Todo era
quietud,
sueño,
arena,
sol dormido,
y de pronto,
párpado de la tierra,
te abriste,
estrella humana,
sangrienta y feliz,
estallaste sobre mi corazón perdido.
6. Si tú me olvidas:
En este poema, Neruda expresa la fragilidad del amor y la conexión que existe entre dos personas. Habla sobre la reciprocidad en una relación y cómo el amor depende de la atención y el cuidado mutuos. El poema refleja una mezcla de esperanza y advertencia, dejando claro que el amor necesita ser cultivado.
Si tú me olvidas
Quiero que sepas
una cosa.
Tú sabes cómo es esto:
si miro
la luna de cristal, la rama roja
del lento otoño en mi ventana,
si toco
junto al fuego
la impalpable ceniza
o el arrugado cuerpo de la leña,
todo me lleva a ti,
como si todo lo que existe:
aromas, luz, metales,
fueran pequeños barcos que navegan
hacia las islas tuyas que me aguardan.
Ahora bien,
si poco a poco dejas de quererme
dejaré de quererte poco a poco.
Si de pronto
me olvidas
no me busques,
que ya te habré olvidado.
Si consideras largo y loco
el viento de banderas
que pasa por mi vida
y te decides
a dejarme a la orilla
del corazón en que tengo raíces,
piensa
que en ese día,
a esa hora,
levantaré los brazos
y saldrán mis raíces
a buscar otra tierra.
Pero
si cada día,
cada hora,
sientes que a mí estás destinada
con dulzura implacable,
si cada día sube
una flor a tus labios a buscarme,
¡ay amor mío, ay mía,
en mí todo ese fuego se repite,
en mí nada se apaga ni se olvida,
mi amor se nutre de tu amor, amada,
y mientras vivas estará en tus brazos
sin salir de los míos!
5. Me gusta cuando callas:
Este poema pertenece también a Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Neruda describe un momento de amor sereno en el que la conexión con la persona amada trasciende las palabras. La quietud y el silencio entre ambos se convierten en una forma profunda de comunicación. Este poema es un canto a la sencillez del amor en su estado más puro.
Me gusta cuando callas
Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.
Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.
Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.
Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa basta.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.
4. Walking Around:
Este poema de Residencia en la tierra refleja una crisis existencial y una profunda insatisfacción con el mundo moderno. Neruda expresa su agotamiento ante la rutina y la alienación de la vida cotidiana, plasmando imágenes poderosas que transmiten el malestar del alma. Es una de sus obras más introspectivas, con un lenguaje visual y surrealista que no deja indiferente.
Walking Around
Sucede que me canso de ser hombre.
Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
navegando en un agua de origen y ceniza.
El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
Solo quiero un descanso de piedras o de lana,
solo quiero no ver establecimientos ni jardines,
ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.
Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
y mi pelo y mi sombra.
Sucede que me canso de ser hombre.
Sin embargo sería delicioso
asustar a un notario con un lirio cortado
o dar muerte a una monja con un golpe de oreja.
Sería bello
ir por las calles con un cuchillo verde
y dando gritos hasta morir de frío.
No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
vacilante, extendido, tiritando de sueño,
hacia abajo, en las tripas mojadas de la tierra,
absorbiendo y pensando, comiendo cada día.
No quiero para mí tantas desgracias.
No quiero continuar de raíz y de tumba,
de subterráneo solo, de bodega con muertos,
aterido, muriéndome de pena.
Por eso el día lunes arde como el petróleo
cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
y da pasos de sangre caliente hacia la noche.
Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
a calles espantosas como grietas.
Hay pájaros de color de azufre y horribles intestinos
colgando de las puertas de las casas que odio,
hay dentaduras olvidadas en una cafetera,
hay espejos
que debieran haber llorado de vergüenza y espanto,
hay paraguas en todas partes, y venenos, y ombligos.
Yo paseo con calma, con ojos, con zapatos,
con furia, con olvido,
paso, cruzo oficinas y tiendas de ortopedia,
y patios donde hay ropas colgadas de un alambre:
calzoncillos, toallas y camisas que lloran
lentas lágrimas sucias.
3. «Soneto XVII»
Este poema, incluido en Cien sonetos de amor, es una de las declaraciones de amor más sinceras y profundas de Neruda. En él, el poeta explica que su amor no se basa en la superficialidad, sino en una conexión espiritual y única con la persona amada. Cada verso transmite una intensidad que trasciende lo físico para alcanzar lo eterno. Este soneto es un ejemplo perfecto de cómo Neruda transforma el amor en poesía pura.
Soneto XVII
No te amo como si fueras rosa de sal, topacio
o flecha de claveles que propagan el fuego:
te amo como se aman ciertas cosas oscuras,
secretamente, entre la sombra y el alma.
Te amo como la planta que no florece y lleva
dentro de sí, escondida, la luz de aquellas flores,
y gracias a tu amor vive oscuro en mi cuerpo
el apretado aroma que ascendió de la tierra.
Te amo sin saber cómo, ni cuándo, ni de dónde,
te amo directamente sin problemas ni orgullo:
así te amo porque no sé amar de otra manera,
sino así de este modo en que no soy ni eres,
tan cerca que tu mano sobre mi pecho es mía,
tan cerca que se cierran tus ojos con mi sueño.
2. Oda al tomate:
Parte de Odas elementales, este poema celebra la belleza y la simplicidad del tomate, convirtiendo algo cotidiano en una obra de arte. Neruda destaca su habilidad para encontrar poesía en las cosas más comunes, elevando el valor de lo cotidiano.
«Oda al tomate» es un canto al verano, a la vida sencilla y a la conexión con la naturaleza, todo expresado con un lenguaje delicioso y visual.
Oda al tomate
La calle
se llenó de tomates,
mediodía,
verano,
la luz
se parte
en dos
mitades
de tomate,
corre
por las calles
el jugo.
En diciembre
se desata
el tomate,
invade
las cocinas,
entra
por los almuerzos,
se sienta
reposado
en los aparadores,
entre los vasos,
las mantequilleras,
los saleros azules.
Tiene
luz propia,
majestad benigna.
Debemos,
por desgracia,
asesinarlo:
se hunde
el cuchillo
en su pulpa
viva,
es una roja
víscera,
un sol
fresco,
profundo,
inagotable,
llena las ensaladas
de Chile,
se casa alegremente
con la clara cebolla,
y para celebrarlo
se deja
caer
aceite,
hijo esencial
del olivo,
sobre sus hemisferios
abiertos,
añade
la pimienta
su fragancia,
la sal
su magnetismo:
son las bodas
del día,
el perejil
levanta
banderines,
las papas
hierven vigorosamente,
el asado
golpea
con su aroma
en la puerta,
es hora,
vamos,
y sobre
la mesa,
en el centro,
el tomate,
astro
de tierra,
estrella
repetida
y fecunda,
nos muestra
sus dones,
su abundancia
sin hueso,
sin coraza,
sin escamas ni espinas,
nos entrega
el regalo
de su color
fogoso
y la totalidad
de su frescura.
1. Poema 20:
Este poema pertenece a Veinte poemas de amor y una canción desesperada, una de las obras más célebres de Neruda. En «Poema 20», el autor expresa el dolor y la nostalgia de un amor perdido. Cada verso está impregnado de melancolía, mientras el poeta reflexiona sobre el paso del tiempo y la imposibilidad de retener lo que una vez fue.
Es un poema que captura el dolor universal de recordar a alguien que ya no está, mezclando la belleza de la naturaleza con la tristeza del desamor.
Poema 20
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos».
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como esta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como esta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque este sea el último dolor que ella me causa,
y estos sean los últimos versos que yo le escribo.
Espero que estos poemas hayan despertado en ti la magia de la poesía y la grandeza de un poeta que nunca dejó de amar la vida, incluso en sus rincones más oscuros. Si alguno de estos versos resonó en tu corazón, te invito a volver a ellos tantas veces como lo necesites, porque las palabras de Neruda son eternas.